Escritores principiantes: errores más frecuentes
Se dice con frecuencia, que para mejorar en una determinada tarea, más que incidir en nuestros errores, debemos procurar destacar nuestras virtudes. Si sacamos el máximo partido a nuestros puntos fuertes, reforzándolos aún más, poco a poco, esas cualidades serán las que definan nuestro estilo como escritores.
En cuanto a los puntos débiles, no se trata de olvidarlos, pero irán poco a poco mejorando a fuerza a trabajo y sobre todo, práctica, mucha práctica.
Sin embargo, de cuando en cuando, conviene pararse a pensar si no nos habremos descarrilado. Quizá estamos metidos tan de lleno en nuestra escritura que, a la hora de sentarnos sobre el papel o delante del ordenador, no somos capaces de ver nuestros propios defectos.
Sin que estén todos los que son, detallamos aquí, con algo de humor, cuatro de los defectos que caracterizan a los escritores principiantes.
1-El texto no se entiende: el escritor de jeroglíficos.
Uno de los errores más frecuentes entre los que se inician en la escritura creativa se da cuando el escritor escribe para sí mismo. Puede tener o no una buena historia en la cabeza, a veces ni siquiera es una historia, tan solo son ideas, sentimientos o algo que quiere plasmar sobre el papel. Se sienta a escribir y se aísla del mundo, tanto que es como si solo estuviera escribiendo para sí mimo y olvida que el texto literario está pensado para ser leído: se olvida del lector. Cuando alguien lee este tipo de textos, su cara se parece más bien a un signo de interrogación que a la imagen del entretenimiento o del disfrute. Podríamos decir que se trata de un escritor de jeroglíficos.
Este tipo de textos, para poder entenderlos, con frecuencia necesitan que el escritor explique lo que ha querido decir exactamente con tal o cual frase o lo que significa una determinada metáfora. Como nos ocurre con muchas de las obras de arte contemporáneo, las miramos, giramos la cabeza de un lado a otro, nos acercamos para verla con más detalle, damos unos pasos hacia atrás, pero no entendemos nada. Para nosotros solo son unas colillas en un cenicero o un montón de caramelos en el suelo. Pero entonces un erudito nos explica que en realidad el artista ha querido representar esto o lo otro, y parece que así todo queda aclarado. Sin menospreciar el valor del arte contemporáneo en general, la literatura necesita algo más que sensaciones: necesita ser comprendida por el lector.
Sin embargo, no debemos infravalorar las cualidades artísticas de este tipo de escritores. A menudo lo que ocurre es que, quizá porque son personas muy intelectuales, sin darse cuenta, tienden a aislarse del resto del mundo y, por tanto, de la mayoría de los lectores de relatos y novelas. No hay que confundir escribir para un lector culto con escribir de forma encriptada. Como en la publicidad, independientemente del lenguaje empleado, si el mensaje no llega, no es un buen trabajo.
2-Exceso de retórica: el escritor pedante.
Este error es también muy frecuente entre los escritores principiantes. Quién más y quien menos, en sus inicios, ha comenzado escribiendo con un lenguaje retórico y carente de naturalidad. Parece que cuanto más rebuscadas sean las palabras que empleados, cuantas más metáforas y figuras retóricas pongamos dentro de un mismo párrafo, mejor. La calidad de un texto, sin embargo, no depende de eso.
Por desgracia, algunas escuelas de escritores, cada vez menos afortunadamente, siguen educando en la creencia de que la escritura creativa tiene que ser algo retórico, como si debiéramos escribir como lo hacían los escritores del siglo pasado. De esta forma, es inevitable, la naturalidad se va por el desagüe y el texto no trasmite, no llega, no emociona al lector que decide que lo mejor que puede hacer en estos casos en tirar de la cadena: cerrar el libro y no seguir leyendo.
Un buen consejo para no perder la naturalidad es el que nos da la escritora Muriel Spark: escribir como si lo hiciéramos a un amigo.
Me tocó dar consejos a muchos autores y por lo menos en dos casos dio fruto. Así que lo repetiré aquí, gratis. Les resultó útil al tipo de autor que tiene imaginación y quiere escribir una novela, pero no sabe cómo empezar.
Usted le está escribiendo una carta a un amigo, era el tipo de cosas que les decía. Es un amigo muy íntimo y querido, real o, mejor, inventado en su mente como una fijación. Escriba de forma privada, no pública, sin miedo ni timidez, hasta el final de la carta, como si no fuera a ser publicada nunca, de modo que su verdadero amigo la lea una y otra vez y luego desee leer más de esas encantadoras cartas suyas. Usted no escribe acerca de la relación entre él y usted; eso lo da por sentado. Solo le confía una experiencia que usted cree que solo él disfrutará leyendo.
¿Quiere decir esto que no podemos utilizar figuras literarias? No, para nada. Pero no debemos abusar de ellas y hay que usarlas siempre como una forma de enriquecer el texto, no para que “suene” más pomposo, es decir, no como mera apariencia.
3-No hay historia: el escritor inexperto.
Este sería el caso de un escritor que puede tener mucha imaginación, escribe con soltura, incluso puede tener un estilo interesante, pero cuando acabamos de leer el texto, nos damos cuenta de que en él no hay ninguna historia: solo se trata de una serie de reflexiones o pensamientos, a veces incluso solo contiene una descripción. ¿Cuál es el problema? La falta de técnica. Una historia no es un solo un texto escrito. Para que haya historia tiene que haber una narración: contar cosas. En palabras de Alberto Paredes en Las voces del relato: “Un concepto esencial en toda producción estética narrativa es que suceden acontecimientos. Pasan cosas a personas”. Sí, de eso se trata, de que les pasen cosas a los personajes. Todo texto narrativo debe tener también una estructura: su planteamiento, su nudo y su desenlace. Todo personaje debe sufrir un cambio. Ya sea un cuento o una novela, la escritura creativa requiere del dominio de cierta técnica. Como en la arquitectura, todo tiene su forma y su función. Por eso para los escritores principiantes siempre son recomendables los cursos y talleres de escritura como los que ofrece la Escuela de Escritura Creativa, que les proporcionan en poco tiempo la técnica necesaria para mejorar en su escritura rápidamente.
4-Texto sin pulir: el escritor perezoso.
En apartado estarían aquellos textos que, al contrario que en el caso anterior, sí contienen una historia, pero, tras su transformación en un texto escrito, no ha sido revisada correctamente por el escritor, con lo que, de vez en cuando, aparecen errores que provocan que el lector vaya perdiendo interés. Muchos de estos errores, pueden ser bastante tontos, algunos son fáciles de resolver, pero el escritor ha sido demasiado perezoso y lo ha dado por terminado sin someterlo a un exhaustivo proceso de revisión y corrección. Los fallos que podemos encontrar en este tipo de texto van desde errores de estilo, como son las cacofonías o la utilización de un vocabulario no adecuado a la voz personaje, hasta errores argumentales, como pueden ser encontrarnos con contradicciones, por ejemplo, que un personaje cambie de nombre. Otros errores pueden ser más graves, como los relativos a la organización de la trama que llevan a un resultado similar al de los textos de los escritores jeroglíficos, es decir, no se entienden. No debemos olvidar que ser escritor es sobre todo reescribir.